La tristeza te ayuda a crear un espacio de silencio, a vaciarte, a llorar tu pérdida, te da tiempo para pensar, asimilar y resurgir y más tarde, cuando ya no la necesitas se va sola.
La tristeza es una emoción que produce decaimiento físico y mental.
Surge como consecuencia de la sensación de pérdida, separación, fracaso o impotencia.
Se manifiesta físicamente por la mirada lánguida, los labios caídos, el cuerpo encorvado, por la falta de energía y entusiasmo.
Los estados de tristeza suelen darse de vez en cuando y duran relativamente poco, pero cuando su intensidad es exagerada o se prolonga en el tiempo puede degenerar en depresión y necesita tratamiento.
Como el cerebro humano está programado para sobrevivir, fija su atención en lo que puede amenazar nuestra supervivencia, en el peligro que nos rodea, y por eso podemos acabar obsesionados con las situaciones tristes y negativas.
Cuando estamos tristes sólo vemos la parte negativa de la realidad, lo que no tenemos, lo que hemos perdido o lo que no podemos hacer, por eso debemos esforzarnos por salir de ese estado y buscar conscientemente “la otra cara de la moneda”.
Para superar un estado de tristeza es importante hablar de ello, sacar un aprendizaje positivo de esa experiencia, aceptarlo y encajarlo en nuestra vida y después liberarse de ese sentimiento ya asumido.
Es recomendable hacer, junto con nuestros hijos, el ejercicio diario de ver las cosas buenas que hemos vivido durante el día y que nos han hecho sentir bien, hacerlas conscientes y disfrutar con su recuerdo ; )