Definición de las emociones
Las emociones se agrupan en familias o grupos emocionales y en cada uno de ellos encontramos diferentes matices e intensidades (en la familia del miedo se encuentran el temor, el espanto, el terror…)
En EMOCIÓN! hemos incluido 5 intensidades en cada familia (aunque existen muchas más) de las cuales os ofrecemos definiciones, ejemplos, respuestas fisiológicas…
Familia de la SORPRESA
La sorpresa aparece ante algo inesperado, inoportuno o extraño. Es una emoción neutra que solo dura un segundo y que luego deriva en otra agradable o desagradable.
Físicamente: interrupción puntual de la respiración, aumento del tono muscular, dilatación de la pupila, los ojos se abren, elevación de las cejas y la mandíbula cae con boca abierta o no, aumento general de la actividad cognitiva, aumento del ritmo cardíaco…
Entre las respuestas más habituales de la sorpresa: Nos ayuda a orientarnos frente a la nueva situación. Puede provocar una reacción rápida de retirada, preparación, entrenamiento o confrontación. También suele provocar un grito rápido o bocanada corta de aire, dar un respingo o desequilibrarse, llevarse las manos a la cabeza o a la boca…
Algunos ejemplos: Siento sorpresa cuando me dan un regalo y no sé qué es, si viene a casa alguien que no esperaba o que hace mucho que no veo, cuando me doy cuenta de que he perdido algo, cuando me toca un premio, si me preparan una fiesta sin saberlo, si me preparan una comida especial…
Otras emociones: Susto, estupefacción, desconcierto, aturdimiento, inestabilidad…
Familia de la SEGURIDAD
Sentirse seguro es sentirse protegido y respaldado. Sentirse recibido, acogido y cuidado en el entorno familiar, es una de las necesidades emocionales básicas que, si no es cubierta durante los primeros años de vida, puede causar problemas posteriormente.
La base de la seguridad es la confianza.
La seguridad cuenta con diversos elementos emocionales básicos y fundamentales para estar completa: El apego saludable con un adulto que nos ame incondicionalmente, la contención de nuestros padres, la familia, la escuela, que nos protegen y nos proporcionan un lugar seguro, y la delimitación a través de nuestros guías y referentes que nos ponen límites y nos orientan en nuestro camino.
La satisfacción es el sentimiento de la seguridad.
Físicamente: Se adopta una postura corporal erguida pero relajada, la mirada es directa y natural, la voz serena y modulada, los gestos son calmados respetando el espacio vital.
Las respuestas más habituales cuando uno se siente seguro son: Estar de buen humor y con el cuerpo relajado, estar abierto e interesado por aprender cosas nuevas, estar en predisposición de ayudar a los demás.
Algunos ejemplos: el mejor ejemplo de seguridad es el bebé en los brazos de su madre, el niño en los hombros de su padre, las parejas que van de la mano, las miradas de ánimo y apoyo de los seres queridos, el reconocimiento de los demás ante mi esfuerzo.
Otras emociones: Confianza, firmeza, fe, certidumbre, estabilidad, protección, tranquilidad, amparo, calma, decisión, empuje, fuerza, ímpetu, resolución, entereza, energía, ánimo, aliento, coraje…
Familia del AMOR
Entre las emociones de la familia del amor se encuentran las más necesarias y positivas de todas las emociones. El amor lleva al cuidado y protección de lo amado.
El amor es la emoción fundamental de la que todos nos nutrimos. Cuando los niños se sienten amados y seguros, aprenden lo que es el amor y les resulta fácil amar a los demás.
También calificado como sentimiento por algunos autores (el sentimiento aparece cuando el cerebro interpreta la emoción), el amor puede expresarse en muchos grados. Los seres humanos tenemos la capacidad natural para amar, para establecer lazos afectivos con otros seres.
Hay varios tipos de amor: El amor propio, el amor fraternal, el amor romántico…
Cuando estamos enamorados lo reflejamos en todo nuestro ser; en el aspecto físico, en los pensamientos, en nuestra forma de actuar y de relacionarnos.
Aunque algunos autores (R. Aguado) le dan categoría de emoción básica, nosotros, con carácter didáctico, hemos incluido la admiración dentro de esta familia, al considerar que al admirar algo o a alguien, en cierto modo, lo amas. Al sentir admiración se desarrollan las neuronas espejo (ves como lo hacen los otros, miras, admiras e imitas). Cuando miramos la naturaleza estamos en calma, sin juzgar, sin criticar, admirandola tal cual es y eso nos tranquiliza.
Físicamente: Sentimos el amor en el pecho y los brazos, además favorece la concentración mental, la determinación y la creatividad. Las pupilas se dilatan, la temperatura corporal aumenta, es fácil ruborizarse, que las manos suden, se reduce el estrés y disminuyen los ritmos cardíaco y respiratorio. La mucosa prolifera y se saliva más, suele decirse que “se nos cae la baba”. El amor actúa como un analgésico contra el dolor.
Las respuestas más habituales cuando sentimos amor son: Tener la necesidad de dar y de expresarlo (besos, abrazos, caricias), nos ofrecemos en entrega respetuosa. Pero también puede expresarse amor a través del acoso, de la posesión, los celos, el apego exagerado y el control antinatural del ser querido.
Algunos ejemplos: Siento amor hacia mi pareja, hacia mi familia y mis amigos, hacia los animales, la naturaleza, por la música, por un lugar determinado, cuando oigo la voz de mi madre y mi padre, cuando me cantan canciones para dormir o me leen un cuento, hacia todo lo que me hace sentirme feliz…
Otras emociones: Cordialidad, deseo, aprecio, afecto, ternura, calidez, enamoramiento, arrobo, embeleso, atracción, fervor, respeto, fascinación, gratitud, compasión, simpatía, capricho, apego, tranquilidad, identificación, fascinación…
Familia de la ALEGRÍA
La alegría y el resto de emociones pertenecientes a esta familia, se presentan cuando percibimos placer producido por un suceso favorable, suele manifestarse con un buen estado de ánimo, satisfacción, sentido del humor y tendencia a la risa o la sonrisa.
El sentir alegría nos hace tender a la afiliación y al pensamiento flexible y divergente y a la exploración. Además lleva a la propagación de un estado de ánimo positivo en el grupo. La alegría anima a jugar en el sentido amplio de la palabra, a empujar los límites y a ser creativo.
Las emociones de la familia de la alegría favorecen el desarrollo y el entrenamiento de habilidades físicas (fuerza, resistencia, precisión), de habilidades psicológicas e intelectuales (comprensión de normas, memoria, autocontrol) y de las habilidades sociales necesarias para crear relaciones de amistad y de apoyo. Todos estos recursos son muy valiosos en momentos de escasez y conflicto.
Físicamente: Patas de gallo marcadas, mejillas hacia arriba y movimiento de los músculos que rodean los ojos. En la expresión corporal se sube la cabeza, la barbilla y los brazos. Conlleva la reducción de la presión sanguínea, la disminución del dolor y se crea un estado de mayor bienestar potenciándose las funciones del sistema inmunológico.
Algunos ejemplos: Siento alegría cuando Mamá está contenta, cuando consigo lo que deseo, si estoy con mis amigos y con las personas a las que quiero, cuando veo las cosas buenas que pasan, si puedo ayudar a los demás a sentirse felices, cuando consigo hacer bien mis deberes, cuando los demás me felicitan…
Otras emociones: Júbilo, alborozo, regocijo, placer, gratificación, agrado, diversión, congratulación, satisfacción, éxtasis, optimismo, desenfado, distensión…
Familia de la CURIOSIDAD
Las emociones de la familia de la curiosidad se despiertan al focalizar algo que llama tu atención, que te atrae y de lo que quieres disfrutar o saber más. Es una sensación placentera abierta a nuevos descubrimiento y aportaciones. Motiva las conductas de exploración, novedad y cambio, lo que, a su vez, invita a la persona a que explore, investigue y manipule.
La curiosidad es el mecanismo principal que enciende las emociones, que alimenta la atención y abre las puertas al aprendizaje. Se activa a los pocos meses de nacer y es lo que nos empuja a jugar, a experimentar, recibir estímulos, obtener recompensas y establecer vínculos entre lo que ocurre a nuestro alrededor y nuestras emociones. Si eres curioso descubres cosas y estás abierto a nuevas experiencias.
En la familia de la curiosidad subyace el deseo de ser creativos, de aprender y desarrollar nuestras competencias y habilidades.
Físicamente: Se activan zonas del olfato, de la nariz, se sostiene la mirada fija, se orienta el torso en la dirección del objeto y se inclina de cuerpo hacia adelante. Se estimulan nuestros mecanismos creativos y cognitivos.
Las respuestas más habituales de la curiosidad son: Centrarse en el objeto o tema de interés focalizándolo, hacerse preguntas para saber más, si es posible tocarlo, moverlo, estudiarlo desde distintos puntos de vista, investigar, explorar, manipular las cosas.
Algunos ejemplos: Siento curiosidad por saber cómo lo hacen algunos artistas, por la naturaleza, por la comida, por la música, por las diferentes culturas, por cómo viven otras personas, por saber cómo funciona el cerebro…
Otras emociones: Fascinación, atracción, inclinación, voluntad, atrevimiento, arranque, impulso…
Familia del ORGULLO
El orgullo y las emociones pertenecientes a esta familia aparecen al valorar positivamente tus cualidades, tus acciones, o las de un ser querido.
El orgullo tiende a continuar en una línea de acción que se considera positiva para uno mismo. Las emociones de la familia del orgullo ayudan a descubrir nuevas cualidades en uno mismo, a superarte, a afrontar nuevos retos y te hacen sentir muy bien. Pero si exageramos el orgullo, podemos caer en el egocentrismo, valorándonos a nosotros mismos por encima de los demás, queriendo ser siempre el centro de atención, superponiendo nuestro criterio y siendo intolerantes. Estos comportamientos pueden provocar aislamiento, separación de los demás y perjudicar nuestras relaciones de convivencia.
Físicamente: Corporalmente, cuando se está orgulloso, se suele ir muy estirado, con la cabeza hacia arriba. También es habitual levantar las cejas con el párpado superior entornado y mostrar una leve sonrisa. En sus grados más extremos (arrogancia) puede producir acidez estomacal y presión arterial alta.
Las respuestas de la familia del orgullo pueden ser: Estar dispuesto a afrontar nuevos retos o ayudar a los demás explicándoles tus conocimientos, pero también, mirar a los otros por encima del hombro o dar lecciones de cómo se hacen las cosas.
Algunos ejemplos: Me siento orgulloso cuando me salen bien las cosas, cuando confían en mí, de mis dibujos, cuando pienso que mis tortillas de patata están buenísimas y los demás lo valoran, cuando consigo algo que me ha costado mucho, cuando, gracias a mi esfuerzo, consigo que mi equipo gane, cuando siento que soy importante para las personas que quiero…
Otras emociones: Honor, dignidad, empoderamiento, soberbia…
Familia del MIEDO
El miedo, y las emociones pertenecientes a esta la familia, se activan ante la percepción de peligro, inseguridad, amenaza o posibles daños (reales o imaginarios) a nuestro bienestar.
Su función original es garantizar nuestra protección.
Este miedo puede ser al dolor físico (heridas, enfermedades…), o a daños psicológicos-morales (insultos a nuestra autoestima, amenaza de pérdida de una amistad…).
Ante el miedo surge la necesidad de seguridad.
Las emociones de la familia del miedo provocan una sensación de tensión nerviosa que nos ayuda a ubicarnos en la realidad rápidamente. Las respuestas pueden ser de motivación a estar alerta, protegerse, afrontar los peligros, facilitar el aprendizaje de nuevas respuestas que nos aparten del peligro (huida o retirada). Y, si las emociones son muy intensas, podemos llegar a paralizarnos o generar fobias.
Físicamente: Cuando sientes miedo se agudizan los sentidos, notas una sensación tensa en la boca del estómago, el cerebro funciona aceleradamente, notas el corazón latir con fuerza, los ojos se agrandan para ver mejor, las cejas se levantan hacia arriba y las comisuras de los labios se tensan hacia abajo. La cara palidece debido a que el sistema nervioso autónomo desvía el flujo sanguíneo hacia las extremidades, que se preparan para pelear o escapar.
Las respuestas habituales ante el miedo suelen ser: evitar, paralizarse, preocuparse, retirarse, rumiar, titubear, vociferar, gritar, atacar, o afrontar la situación.
Para superar algunos miedos podemos utilizar técnicas como la desensibilización al objeto de temor o relajación.
Algunos ejemplos: Me da miedo la oscuridad, las enfermedades graves, que me roben, las personas violentas y maltratadoras, las pesadillas, no tener suficiente para vivir cuando llegue a mayor, fracasar en el trabajo…
Otras emociones de la familia del miedo: desasosiego, pavor, horror, pánico, alarma, fobia, canguelo, “cague”, recelo, sobrecogimiento, susto, vulnerabilidad, nerviosismo, preocupación, estrés, intranquilidad, inseguridad, inquietud, zozobra, preocupación, turbación…
Familia de la IRA
La ira y las emociones de esta familia se activan cuando sentimos frustración, somos heridos, engañados o traicionados. Genera una reacción de irritación y rabia causada por la indignación de sentir vulnerados nuestros derechos.
Su necesidad es la de poner límites, mantener nuestras fronteras corporales, psicológicas y sociales para defender nuestros derechos.
Pueden llegar a ser emociones peligrosas porque, están relacionadas con el resentimiento y la venganza y, si son muy intensas, bloquean el pensamiento y pueden provocar violencia, destrucción, ejercicio del poder sobre el otro y/o daños innecesarios cuando se descontrolan.
El lado positivo de las emociones de esta familia es que pueden movilizar la energía hacia la auto-defensa, o a la defensa de la justicia, una defensa caracterizada por el vigor, la fuerza y la resistencia. En este caso nos ofrecen la energía de la afirmación de uno mismo. Nos ayudan a eliminar obstáculos o fuentes de frustración y a prevenir posibles ataques o agresiones.
Por eso se dice que la ira es como una navaja de doble filo.
Físicamente: Las emociones de familia de la ira provocan una sensación de tensión en el estómago, cambio repentino del humor, las cejas están bajas y juntas (entrecejo arrugado), los ojos brillantes y la mirada enfocada, apertura de la nariz, arruga horizontal encima de la nariz, boca cuadrada con los labios y los dientes apretados. Pueden provocar dolor de cabeza, insomnio y problemas digestivos así como afecciones en la piel.
Las respuestas de la ira suelen ser: gritar, lanzar maldiciones, tirar cosas contra la pared, insultar, pelear, agredir a otros o a nosotros mismos. Otras respuestas más adaptadas son dialogar para buscar soluciones a nuestra frustración, ofensa, perjuicio, o sentimiento de desprecio, manejar la introspección, respuestas alternativas a la agresión, actividades físicas aliviantes, relajación o distracción.
Algunos ejemplos: Siento ira o enfado cuando mis compañeros me hacen burla, se ríen de mí, me insultan o no me dejan jugar con ellos, cuando me amenazan o me tratan mal, si no consigo algo que deseo mucho, si los demás no hacen las cosas como yo quiero, cuando estoy cansado y tengo demasiadas cosas que hacer, cuando no puedo hacer lo que me propongo, cuando veo injusticias, si tengo que hacer cosas que no me apetecen…
Otras emociones pertenecientes a la familia de la ira: irritación, amargura, molestia, enojo, rencor, odio, antipatía, acritud, hostilidad, disgusto, rabia, impotencia, indignación, recelo, malhumor, desprecio, celos, desconfianza…
Familia del ASCO
Las emociones de la familia del asco se activan ante algunos acontecimientos físicos como comidas, olores, contaminación, sabores, o acontecimientos psicológicos como chistes de mal gusto, determinados valores antimorales, y en ambos casos se activan impulsos de repudio y rechazo.
Es una de las emociones más difíciles de controlar.
Estas emociones promueven el alejamiento físico o mental de sustancias o individuos nocivos. El rechazo de bebidas y comidas deterioradas conserva nuestro bienestar corporal. La exclusión de malos pensamientos y valores, conserva nuestro bienestar psicológico. Promueven la conservación de un entorno sanitario: limpiar los platos, los dientes, ducharse. Y contribuyen al buen estado físico y psicológico (mantener el cuerpo cuidado y en forma para evitar tener un aspecto “asqueroso”).
La familia del asco agrupa emociones que promueven y mantienen la salud, tanto física como mental.
Físicamente: Estas emociones muestran gestos de profundo desagrado, los ojos se achican, la nariz se arruga y el labio superior se eleva. También pueden provocar reacciones viscerales como náuseas, arcadas, mareo o vómito. El ritmo cardíaco disminuye un poco.
Respuestas habituales del asco: Librarse o alejarse de los que nos provoca asco, huir, apartar la mirada, alejarnos lo más rápidamente posible, taparse los ojos o la nariz, salivar, náuseas o arcadas, sonidos de repugnancia, gesticulación, posturas de rechazo, ademanes como sacar la lengua.
Algunos ejemplos: Me dan asco las heridas infectadas, el olor de la basura podrida, la gente sucia, los que gritan o pega a los demás, cuando alguien desprecia a otro por ser diferente, cuando los mayores se meten con los pequeños, el abuso a todos los niveles, la prepotencia, la ignorancia orgullosa de serlo…
Otras emociones: Aprensión, rechazo, evitación, náusea, repelús, abominación, tirria, detestar, angustia, ansia, aborrecimiento, odio, antipatía, incomodidad, desprecio, repudio…
Familia de la CULPA
Las emociones de la familia de la culpa aparecen cuando sentimos que nos hemos comportado mal, cuando cometemos un error y no lo reparamos, o cuando transgredimos normas que pueden afectar a los demás.
El sentimiento de culpa crea un conflicto interno y es una de las experiencias emocionales más dolorosas.
Ante los sentimientos de culpa tenemos la necesidad de reparar el daño causado para liberarnos y sentirnos bien. La culpa nos avisa de que hay un comportamiento o acción nuestra que no nos gusta y nos motiva a cambiar y reparar. El alivio es la emoción que sientes cuando solucionas una situación que te producía remordimiento.
Físicamente: bajamos la mirada, nos escondemos en nosotros mismos, perdemos energía.
Las respuestas más comunes ante la culpa son: sentirse abrumado, deprimido, cuestionar la propia conducta, preguntarse de forma obsesiva si se ha hecho lo correcto o no, por qué no lo hice bien, cómo puedo solucionarlo, me van a rechazar, si reconozco mi culpa puede que sea peor…
Algunos ejemplos: me siento culpable por haber mentido, de no ayudar en casa, de no decir las cosas buenas que veo en los demás, de sentir envidia, de no hacer las cosas lo mejor que puedo, de comprarme cosas cuando no las necesito, cuando como más de la cuenta…
Otras emociones: confusión, delito, desliz, error, fallo, falta, incumplimiento, infracción, omisión, pecado, tropiezo, desesperación, yerro…
Familia de la TRISTEZA
La familia de la tristeza aparece ante la pérdida de algo o alguien que para nosotros es importante.
La tristeza nos brinda un tiempo de reflexión, de introspección, de duelo si es el caso. La tristeza tiende a la reintegración personal y la reconciliación. Es una respuesta ante la pérdida y sentirnos tristes nos permite hacer una pausa, un tiempo para pensar y poder mostrar a otros que necesitamos apoyo.
Los activadores principales de la tristeza son la pérdida o la separación (pérdida de un ser querido, del trabajo, la posición, el estatus…) y el fracaso (suspender un examen, perder un concurso, sufrir un rechazo amoroso).
Físicamente: La tristeza debilita los pulmones, por eso se dice que cuando sientes pena te duele el pecho, provoca disminución de la energía, agitación, problemas de sueño, modificación del apetito (aumento o disminución), dificultades de concentración.
En cuanto a la expresión facial, el párpado superior baja, la mirada se desenfoca, las cejas suben por la parte central de la frente y las comisuras de los labios se inclinan ligeramente hacia abajo o se invierten.
Las respuestas más comunes ante la tristeza son: aislarse, llorar, suspirar, guardar silencio, bajar la mirada, mantener la cabeza baja y hundida en el pecho, el cuerpo encorvado y recogido sobre sí mismo, rechazar el contacto físico…
Algunos ejemplos: Siento tristeza cuando mis padres se enfadan, si tengo que irme de un sitio donde estoy a gusto, cuando las personas a las que quiero están enfermas o se mueren, si pierdo alguna de mis cosas favoritas, si mis compañeros me dejan solo y no quieren jugar conmigo, si no recibo afecto y atención suficientes, cuando veo tristes a las personas que quiero…
Otras emociones: abatimiento, pesimismo, desgana, aburrimiento, sufrimiento, duelo, pesar, aflicción, desconsuelo, depresión, amargura, agonía, nostalgia, soledad, melancolía, desaliento, resignación, desilusión, abandono, morriña, añoranza, infelicidad, lástima, desaliento, hastío, tedio, apatía, decaimiento…
Familia de la VERGÜENZA
La vergüenza surge ante la creencia dolorosa en una deficiencia respecto a los demás. También aparecen emociones de la familia de la vergüenza ante el fracaso público respecto al logro de metas, o la transgresión de normas morales. La vergüenza es una emoción que va ligada a una situación (real o imaginaria).
Ante determinadas personas o situaciones novedosas suelen aparecer las emociones de esta familia.
Son emociones muy incómodas que sentimos cuando no podemos, o no sabemos actuar con naturalidad y conllevan el deseo de escapar o una acción reparadora, así como a la pérdida de autoestima.
Físicamente: La vergüenza tiene respuestas físicas (bajar los ojos o sonrojarse) mezcladas con acciones predecibles (esconderse o alejarse de los demás), pensamientos desagradables (me estoy poniendo como un tomate). Aumenta excesivamente la producción de cortisol, lo que hace que se acelere el ritmo cardíaco y se contraigan las arterias.
Las respuestas más habituales de la vergüenza son: estar cohibido, temeroso y con frecuencia culpable de no controlar la situación, sentir incomodidad en situaciones sociales e incapacidad para mostrarse natural, mostrar apatía, indecisión, inseguridad, rechazo al contacto físico…
Algunos ejemplos: Siento vergüenza cuando tengo que hablar delante de mucha gente, cuando conozco a alguien nuevo, cuando se ríen de mí, cuando me preguntan algo que no sé, cuando todo el mundo me mira y no sé porqué, cuando meto la pata…
Otras emociones: vergüenza ajena, recato, pudor, ridículo, sonrojo, embarazo, humillación…
Todas las emociones de de la A a la Z (bueno, a la V)
Admiración, Alegría, Amor, Amor propio, Ansiedad, Arrepentimiento, Arrogancia, Asco, Asombro, Atención, Autoconfianza, Aversión, Bienestar, Bochorno, Buen humor, Cariño, Cólera, Contento, Corte, Culpa, Curiosidad, Desagrado, Desazón, Desolación, Disgusto, Dolor, Enfado, Entusiasmo, Espanto, Estima, Estupor, Euforia, Expectación, Extrañeza, Fastidio, Furia, Ilusión, Interés, Ira, Miedo, Orgullo, Pasión, Paz, Pena, Pesadumbre, Remordimiento, Repugnancia, Repulsión, Rubor, Satisfacción, Seguridad, Serenidad, Sobresalto, Sorpresa, Temor, Terror, Timidez, Tristeza, Vanidad, Vergüenza
Las cartas de EMOCIÓN! te ayudan a explicar a tus hijos/as la gran diferencia que hay entre sentir una emoción con una intensidad baja y verse arrastrado por ella
También puedes pedirle que elija una o varias entre las 60 emociones que describa sus sentimientos en ese momento, en el cole, en casa…