Los comienzos

Desde que recordamos nos ha gustado el Arte, la Creatividad, las diferentes formas de expresar Emociones… Estudiamos la carrera de Bellas Artes pensando en dedicarnos a la pintura, a la escultura, el dibujo… y vimos en el Diseño Gráfico una oportunidad de plasmar esa Creatividad y transmitir un mensaje de una forma visual.

Tras hacer un Máster en Comunicación, nos aventuramos a crear nuestro propio estudio, a marcar nuestras propias reglas y a aprender de nuestros propios errores. Durante años dimos forma a actividades y eventos culturales, medioambientales y sociales de varias instituciones con la pretensión de ayudar a cambiar un poco el mundo.

Pero no era suficiente. Los descubrimientos en Inteligencia Emocional y la toma de conciencia de lo que nos faltaba por aprender, como personas y como sociedad, nos llevaba a leer más, a formarnos más en ese campo.

El descubrimiento

Y el punto de inflexión fue el nacimiento de nuestra hija, Blanca. Se nos acabaron las excusas para no esforzarnos más en desarrollar esa Inteligencia Emocional, en nosotros mismos, en ella y en ¿cómo no? la sociedad. Fue entonces cuando creamos nuestro primer juego, en un principio para ella y poco a poco para amigos, familiares y conocidos que buscaban herramientas para llegar con más facilidad a sus hijos e hijas, para hablar de sus emociones, un tema tan acallado durante tanto tiempo.

A partir de ese momento, nuestra formación en Educación Emocional pasó de algo autodidacta a algo más formal, asistimos a numerosos seminarios, conferencias, cursos online y presenciales y posgrados de Inteligencia Emocional con los mejores especialistas. Creamos nuevos juegos y empezamos a impartir talleres a niños y niñas de Primaria y cursos a profesores. Fue entonces cuando vimos claramente el vínculo existente entre las dos disciplinas, el Arte y la Emoción, cómo se complementan y nutren una de otra y donde nosotros podíamos aportar.